Organización estructurada de los datos: fechas, títulos, técnicas, dimensiones, procedencia, exposiciones... todo está centralizado y se puede modificar fácilmente.
Filtrado y selección simplificados: elige con precisión qué obras incluir en la versión impresa, según criterios temáticos, cronológicos o curatoriales.
Evolutividad: el formato digital permite añadir o corregir elementos con el tiempo, haciendo la documentación más fiable antes de fijar los datos en un libro. Incluso después de la publicación impresa, la versión digital puede seguir actualizándose.
Previsualización inteligente: algunas plataformas permiten simular la maquetación o exportar secciones, lo que facilita enormemente el trabajo editorial.
Colaboración más fluida: investigadores, herederos, conocedores y editores pueden intervenir a distancia, con un historial de cambios. El catálogo digital es el laboratorio. El libro impreso, la obra maestra.
Suscríbase a nuestro boletín
Manténgase al día de todas nuestras novedades y promociones.