Fecha, técnica, dimensiones, procedencia, exposiciones, etc. — estos datos son esenciales. Omitirlos compromete la fiabilidad del catálogo. Documenta meticulosamente cada obra, incluso si ciertos datos deben completarse más adelante. Cuanto más completo sea el Catálogo razonado, más legitimidad tendrá.
Un inventario simplemente lista las obras. Un Catálogo razonado va más allá: contextualiza, verifica, comenta y relaciona las obras. También incluye exposiciones, referencias bibliográficas y documentos relacionados. Esta rigurosidad marca la diferencia.
Fotos, archivos, textos — todo lo que entra en un Catálogo razonado puede estar sujeto a derechos de autor o reproducción. Es algo que debe aclararse desde el principio, especialmente si hay varios herederos o titulares de derechos involucrados.
Un Catálogo razonado no es solo un archivo o un libro. Es un patrimonio documental. Debes prever su respaldo, actualización y transmisión — ya sea en formato papel, digital o a través de una plataforma especializada.
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